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El desafío de democratizar el sistema bancario. Por Eduardo Hecker.

A más de un año del inicio de la pandemia global que tuvo un impacto considerable en la economía de la Argentina, vale la pena reflexionar sobre cómo el sistema bancario en particular -y el sistema financiero en general- atravesó los desafíos que impuso el covid-19. A la vez, nos obliga a (re)pensar acerca de cómo transitar los caminos que aún se enfrentan a la luz del presente y con vistas al futuro.

Las restricciones de movilidad asociadas a la pandemia de covid-19 potenciaron fuertemente las operatorias virtuales. Se estima que cerca de 5 millones de usuarios y usuarias se sumaron a la utilización de dinero electrónico y 2 millones de personas comenzaron a usar billeteras digitales. La posibilidad de abrir cuentas de manera remota, realizar pagos no presenciales y evitar la utilización de dinero físico resulta una mejora significativa para la experiencia de los usuarios a la vez que permite desarrollar una industria con estructuras de costos más reducida y una competencia más dinámica por el cliente.

Ante el cambio de paradigma, los bancos hemos desarrollado diversas alternativas que permiten competir y posicionarse en la industria de pagos digitales, a la vez que fidelizan y sostienen los clientes de la banca tradicional. Por ejemplo, el BNA, lanzó BNA+, una plataforma de pago digital que permite transferir dinero y realizar pagos con QR, asociando las tarjetas y las cuentas (CBU) de las personas a la aplicación. Este esquema se repite en otras entidades (Cuenta DNI para BAPRO, entre otras). Además, de manera conjunta, cerca de 40 bancos con fuerte presencia nacional presentamos la billetera digital MODO que ya se encuentra disponible para ser usada por personas y comercios.

El desarrollo de este tipo de instrumentos agiliza el funcionamiento bancario y genera mejoras cruciales en la eficiencia del sistema, bajando los costos de traslado de efectivo, la papelización y el uso de tarjetas físicas. A su vez, actúa en favor de la inclusión financiera y redunda en menores costos para los comercios, tanto para los tradicionales como para los de proximidad.

A nivel normativo el Estado tiene el desafío de adecuar el marco regulatorio para adaptarse a los cambios en el ecosistema financiero: es necesario nivelar el terreno para promover una competencia justa entre todas las entidades (bancos y compañías no asociadas al ecosistema bancario y financiero como los Proveedores de Servicios de Pago o PSP). El BCRA se encuentra trabajando en este sentido, y lanzó el programa Transferencias 3.0 que crea una interfaz estandarizada que permite la interoperabilidad, donde los usuarios podrán utilizar cualquier plataforma de pagos y las transferencias se realizarán de manera inmediata. De esta forma se profundiza el desarrollo de estos esquemas beneficiando a comercios y usuarios con una mejor disponibilidad de fondos y menores costos de comisiones.

En términos de inclusión financiera, los bancos debemos explotar nuestro alcance y capacidad. Contar con una herramienta digital más ágil que permita acceder a productos desde el celular puede generar un mayor volumen de comisiones, y aseguraría que este proceso de bancarización forzado por la pandemia no sea una mera apertura de cuentas sino un mayor acceso y aprovechamiento de los productos bancarios para las personas, y un aumento del consumo que potencie, también, el crecimiento económico.

En definitiva, el ecosistema bancario tiene como desafío ofrecer alternativas digitales más sencillas y con mejor experiencia para sus usuarios. Los bancos ya venimos explorando el mundo de los medios de pago virtuales para hacer más atractiva y democrática nuestra propuesta.

(*) Presidente de ABAPPRA.

Presidente del Banco Nación.

Fuente: AMBITO BIZ. 28/04/21


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